Efluvia es la
dimensión donde están plasmadas las negatividades del mundo entero. Si se tiene
la desgracia de pisar Efluvia, los caminos se hacen circulares y cuando una
cree que está saliendo en realidad está entrando y empiezan a bifurcarse
pasadizos llenos de sombras y monstruos. A mí me pasó y viví en Efluvia enferma
de susto.
Vaya a saber porqué cosas de Dios, un día encontré un lugar
llamado La Luz. Dos Seres celestiales, Padre y Madre me recibieron
amorosamente: “te estábamos esperando” me dijeron.
Acostumbrada a los impíos jueces de Efluvia, me costó
entender que hiciera lo que hiciese sería amada incondicionalmente. Si cometía un error prontamente escuchaba,
“levántate y sigue”. Si necesitaba algo me bastaba pedir, y más
tarde o más temprano todo se manifestaba. Fue tanta la diferencia entre Efluvia
y la Luz que resolví instalarme en esta última.
Yo te invito caminante, que viajes a La Luz: Si lo decides,
te recomiendo el elevador del amanecer.
Lo aconsejable es que viajes en Silencio, aunque también puedes llamar a Su Majestad; Doña Imaginación y ella te
guiará solícita:
Imagina que subes hacia arriba…imagina que llegas a la Luz…Imagina a tu Padre/Madre
celestial dándote la bienvenida
amorosamente...Imagina que pides y te es dado.
No importa si te crees merecedora o no, simplemente sube,
imagina y pide. Pide y te será
otorgado
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